jueves, 13 de mayo de 2010

El ApegO



Las personas procuran evitar el dolor y sentir placer, y en el deseo de obtener algo buscarán sentir placer en cualquiera de las formas que les parezca atractivo; sin embargo, el apego a los objetos y a las personas siempre produce dolor...
El deseo o el apego excesivo, no permiten advertir el equilibrio que existe entre las cualidades agradables o positivas y las desagradables o negativas de una persona o de un objeto. En el caso del enamoramiento, que es un estado alterado de conciencia, sin duda llevará a considerar atractivo y en consecuencia a desear al objeto o a la persona. Mientras que el objeto que provoca aversión, nos ciega a apreciar sus cualidades positivas, haciendo que parezca negativo provocando deseos de rechazarlo, destruirlo o evitarlo.



Esos estados emocionales empañan la capacidad de juicio, es decir la facultad de llevar a cabo una evaluación correcta de la naturaleza de las cosas. No existe el bien o el mal absoluto, sino que el bien o el mal sólo existen en función de la felicidad o el sufrimiento que nuestros pensamientos y acciones nos causan a nosotros o a los demás.
Como culturalmente hemos perdido el contacto con nuestras fuentes internas de dicha, hemos aprendido que la felicidad se origina fuera de nosotros, y esa experiencia de felicidad externa es la que buscaremos. Esa búsqueda podría ser una tarea muy positiva y fructífera, por desgracia, el miedo de perder esa dicha se convierte en una adicción en cualquiera de sus formas.
Hay varias aflicciones que se derivan del apego como la avaricia, o tacañería, también llamada el Síndrome del Ratón. El que lo padece vive lleno de miedos: de que el gato se lo coma o de quedarse sin comida, por lo que se la pasa acumulando sin saber para quién trabaja.

Otro ejemplo de apego es el exceso de autoestima que consiste en una visión desproporcionada de las propias cualidades, también llamada Narcisismo. El narcisismo es un trastorno que impide aceptar cualquier cosa por debajo de lo perfecto; sobreestima desproporcionadamente sus logros de manera que se siente despreciada y olvidada porque se considera más valiosa de lo que en realidad es.

Un ejemplo de apego al objeto lo podemos observar en la película La guerra de los Roses. La pareja vivía ilusionada por adquirir una casa hasta que el sueño se les concede; posteriormente, la lucha de poder entre ambos se incrementa sin que puedan llegar a un acuerdo de separación. Los egos se atan de tal manera, que la casa termina siendo el objeto de apego al grado que el destino final es la muerte.


El caso de Mary y Luis es una muestra de guerra sin acuerdo de paz. Después de 25 años de casados, ella se enteró que su esposo tenía otra pareja. La reacción de Mary fue producto del dolor: agredió y amenazó a la joven. Luis le confesó que hacía mucho tiempo que ya no la amaba y le pidió firmar el divorcio. De ser una mujer tranquila, el conflicto se intensificó de tal manera que la familia, al creerla loca, la internó en una clínica. Al sugerirle que soltara al esposo, porque el apego le estaba haciendo daño, la respuesta salió de su ego herido: “Si no es para mí, no es para nadie”.


¿Qué sucede cuando nos apegamos a los objetos? Los investigadores modernos han demostrado que la mente tiene un impacto directo con las condiciones del cuerpo. Cuando las emociones se estancan por los conflictos y la tristeza, el cuerpo enferma. Cuando las emociones fluyen, el cuerpo siente una sensación de alegría. Moverse, Fluir, cambiar: en eso consiste la salud.


¿A que se debe que nos apeguemos a los objetos y a las personas? La respuesta puede estar en el ego: al ego no le gustan los cambios. El apego está basado en el miedo y la inseguridad; la necesidad de seguridad se basa en el desconocimiento del verdadero ser. El ser es la fuente de riqueza, de abundancia o de cualquier cosa en el mundo físico y la conciencia es la que sabe cómo realizar y satisfacer una necesidad. Todos los objetos como casas, coches, ropa, dinero, son sólo símbolos, los símbolos son transitorios, van y vienen, al desearlos nos estamos conformando con el árbol en lugar del bosque. Este apego nos crea ansiedad y vacío.


El apego viene por la pobreza de conciencia, pues el apego es siempre a los símbolos. Sin desapego somos prisioneros del desamparo, de la desesperación, de las necesidades mundanas, de los asuntos triviales que distinguen a la pobreza de conciencia.
La frase “Hasta que la muerte nos separe”, que juran los novios cuando están muy enamorados, puede resultar un contrato difícil de terminar que los lleve a la muerte. La lucha de poder de los egos es difícil de comprender para los que están fuera del escenario: el amor y el odio son opuestos que se atraen y que la convivencia diaria se encarga de atraer la polaridad destructiva. En ocasiones la pareja se apega tanto a tener la razón involucrando a los hijos en sus conflictos, que ellos al verlos como se destruyen terminan pidiéndoles que se separen.


Recomendaciones

Fedor Dostoievski, novelista ruso, afirmó que, para estar contenta, la persona necesita tres experiencias de la sociedad a la que pertenecen: milagros, misterio y guía espiritual, y que estas tres son mucho más importantes para la gente que las necesidades materiales.
Si renuncias al apego a lo conocido, entrarás al campo de lo desconocido, es decir, al campo de todas las posibilidades. Esto quiere decir que en cada momento de tu vida tendrás entusiasmo, aventura, y misterio.
La tolerancia es un valor a cultivar, no hay que mas para no crear más problemas.
Cuando se experimenta lo incierto, estás en el camino de lo correcto. No tienes que tener una idea exacta y rígida de lo que vas a hacer la semana próxima, pero si puedes tener una idea muy clara de que las soluciones brotarán espontáneamente.
Cada problema en la vida, es sin duda, una oportunidad para obtener un beneficio mayor. imponer con rigidez la idea de cómo deben ser las cosas. No forzar soluciones a los proble



* Dra. Rosa Chávez Cárdenas: psicóloga, homeópata y terapeuta. Consultorio: Tenochtitlan No. 361, Jard. del Sol. Tel. 3631 8312 y 3632 3166, Cel. 1669272, rosamchavez@hotmail.com.

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